La idea, que reivindica los beneficios de la agroecología y despertó la polémica por la distancia de exclusión de agroquímicos que requiere, se debate en el concejo y en la sociedad
“Si hay algo que siempre me sorprendió fue la cantidad de niños malformados que llegan al hospital, provenientes de zonas suburbanas y rurales”, descargó contundente Brenda Vimo, quien este viernes cumplió 22 años como médica clínica y 18 que trabaja en el hospital de Rafaela. Actualmente es concejal por el Partido Justicialista y su nombre ocupó en los últimos meses las primeras planas de los medios de la región, debido a un proyecto que presentó para alejar la aspersión de agrotóxicos a un mínimo de mil metros de la planta urbana y fomentar la producción agroecológica. “Durante mi carrera como médica vi a muchos padres sufrir por sus hijos con leucemia”, afirma en otra frase que podría sonar excesiva y cruel si no fuera un dato duro de la realidad que experimentó en su consultorio.
La iniciativa de alejar las fumigaciones, que convulsionó a la opinión pública y disparó la polémica en todos los ámbitos, fue el resultado de los años de experiencia al cuidado de la salud de los habitantes de la ciudad y la región y uno de los temas sobresalientes que formaron parte de su plataforma de campaña junto a la defensa de los derechos igualitarios de las mujeres y las diversidades sexuales.
Vimo fue coordinadora de los 11 centros de salud periféricos de la ciudad y luego subsecretaria de Salud del municipio. Dejó ese cargo para asumir como secretaria de Desarrollo Social y en 2019 fue electa concejal. Su propósito más destacado era intentar cambiar el avasallamiento que el sistema productivo agrario genera sobre las áreas urbanas para proteger la salud de las personas y el ambiente. “Siempre estuve muy atenta a estos temas y me fortalecí mucho cuando la Organización Mundial de la Salud cambió la categorización del glifosato y lo catalogó como probable cancerígeno. Ahí comencé a prestar más atención y estudiar con mayor profundidad. Lo que comenzó como una inquietud se fue fortaleciendo hasta transformarse en un trabajo que busca establecer una política pública que defienda los principios de la soberanía alimentaria”, explicó la legisladora a La Capital.
Su proyecto de ordenanza, presentado en diciembre último, no solo propone extender los límites de protección frente a los contaminantes agrarios sino que prevé qué hacer en los espacios que quedarían incluidos en el área de protección. “Allí se deberían desarrollar huertas comunitarias e individuales y muchísimas opciones que describo en el proyecto por lo cual las tierras no quedarían improductivas sino que, por el contrario, generarían alimentos saludables para la ciudad y otorgarían el valor agregado del cuidado del ambiente y la salud de las personas”, detalló la concejala.
¿Cómo fue que esta idea encontró eco en el electorado en una ciudad con importante desarrollo agrario?
Observé mucho apoyo de la juventud que tiene inculcado el cuidado del ambiente y como docente de la facultad me encontré con ese fenómeno. Los jóvenes destacan el problema del uso de los agrotóxicos como uno de los más preocupantes de la actualidad. Además, hubo muy buen acompañamiento de la gente, no de los políticos, a quienes les cuesta abordar la temática y más en un año electoral, quizás por temor a perder algún voto. Pero recientemente el Instituto Nacional del Cáncer también reclasificó al glifosato como probable cancerígeno y eso, sumado a otros factores de difusión de la problemática, van generando conciencia. Actualmente los vecinos están cada vez más reflexivos respecto a la necesidad de cuidarse y alimentarse de forma más saludable.
¿Qué normativa tiene vigente la ciudad respecto a los agroquímicos?
Cuando (Omar) Perotti era intendente decretó una distancia de resguardo de 200 metros y desde esa época nunca más se habló del tema. Hubo intentos a través de diversas propuestas en el Concejo, pero todos fracasaron. El Ejecutivo no toma las riendas y tampoco lo hace el Legislativo; eso habla muy mal de la política y el problema termina en la Justicia donde sabemos que por toda la jurisprudencia que existe se termina dando la razón a la postura que tenemos nosotros. Aunque las fuerzas sean totalmente desiguales siempre ante la duda la Justicia ordenará ampliar los límites de protección por los principios de prevención.
¿Cómo se aborda el tema entre sus pares?
Veo que hay muchas dudas pero espero que no se dejen apretar como lo hicieron conmigo. Somos 10 concejales, tres oficialistas y siete de cambiemos. Nuestro bloque está a favor del proyecto pero hay quien es franco y aduce que entiende nuestros argumentos pero no se la pueden jugar den un año electoral. También está el que hace la cómoda y espera que se sancione la ley provincial, otro que presta atención e intenta estudiar y tres que conservan la posición dura de adherir a los enunciados de las ‘buenas prácticas agropecuarias’. Esto es día a día y por eso estamos en un proceso de llevar al recinto expositores especialistas en la temática como biólogos, médicos, abogados, ingenieros y ecologistas. También vamos a convocar a productores y técnicos para demostrar que la agroecología también es rentable. Que no van a perder plata que parece ser lo único que le interesa a los gobiernos. Veremos luego si mis pares se definen por la lectura electoral o la del cuidado del ambiente y la salud.